Educación desde la inteligencia emocional

¿Debemos lealtad incondicional? ¿Cómo saber si lo estamos haciendo bien?

Jenny.O
6 min readMay 26, 2023

Soy consciente de que es un tema un poco controversial y delicado, pero me gustaría hablar de la relación directa que existe entre la forma de crianza que nuestros padres nos inculcaron y el adulto que posteriormente llegamos a desarrollar, así como el posterior método de educación que elegimos para nuestros hijos. Nos han enseñado en el transcurso de la historia a adorar a nuestros padres, a nuestras familias, de manera incondicional e independientemente de cómo nos hayan criado, porque lo han hecho lo mejor que han podido, lo mejor que han sabido, y por supuesto, todo lo que han hecho, lo han hecho siempre por nuestro bien.

¿Aplica esto a todos los casos? ¿debemos idolatrar incluso a aquellos padres que son capaces de maltratar a sus hijos? ¿Qué hay de verdad en esto?

https://siglonuevo.mx/nota/3002.padres-y-madres-narcisistas
Padres y madres narcisistas — Siglo Nuevo

Uno de los puntos que más me costó entender e integrar a mi proceso de crecimiento personal, fue el entender la parte de responsabilidad que tenían mis padres en el desarrollo de mis patrones tóxicos de conducta y traumas infantiles, y a la vez no culparles ni sentir ira o rencor. Fue un proceso que pasó por varias etapas.

Y es que, hay algo de cierto en todo esto: “Lo han hecho lo mejor que han sabido”.

La inteligencia emocional no es algo en lo que se centraran en desarrollar comúnmente en la época de nuestros padres. Las generaciones han ido evolucionando, así como el objetivo principal de vida: Procrear — desarrollo profesional — inteligencia emocional. No estaba permitido profundizar en las emociones, era algo de débiles, la invalidación de los sentimientos estaba a la orden del día, no sabían manejar la frustración. Esto llevó a la creación de patrones de conducta como “el miedo al abandono”, relacionado con diferentes tipos de apego: evitativo, ansioso, desorganizado… Con el poco amor propio y la baja autoestima, o la poca tolerancia a la frustración. Por no hablar de casos en donde un niño/a es criado por padre/s narcisista/s. Infinidad de detalles de los cuales, por supuesto, no se es consciente hasta que no trabajas en ello.

La natalidad, en picado: “Si no quieres tener hijos, todo el mundo cree que eres rara. Te dicen ‘con lo guapa que eres…’” | Actualidad

Supongamos ahora que tenemos un niño. Un niño que está aprendiendo las normas básicas de la vida, que no sabe aún como comunicar su incomodidad, cuando tiene hambre, cuando siente dolor. No sabe aún como distinguir sus emociones. No sabe manejar su frustración cuando no consigue lo que quiere, porque su cerebro aun no entiende ciertas reglas sociales, porque aun no tiene todas las conexiones cerebrales desarrolladas, como la empatía, la tolerancia o incluso la compasión. Porque aún está aprendiendo cuáles son los límites establecidos en muchas áreas de la vida, aun está aprendiendo a medir su fuerza. Pongamos que este niño tiene como madre a una mujer la cual no ha trabajado en sus patrones de conducta, que no ha sanado a esa niña interior, que aun no ha aprendido a manejar su frustración. ¿Será capaz de apoyar emocionalmente a este niño cuando le de una rabieta porque se le ha caído su chuche favorita?

Probablemente esta mamá conecte con esa niña interior a la que le invalidaban emocionalmente, a la que no permitían regular su frustración, sino que castigaban y hacían pensar que sentirse mal por esas cosas era un error y motivo de castigo. Esta niña que, en lugar de enseñarle como regular su enojo, le traspasaron más frustración, frustración que sus propios padres no sabían tampoco cómo gestionar.

Pongo un ejemplo real, que me pareció de lo más común y que puede ser bastante difícil de caer en la cuenta sin un previo trabajo personal. Me encontraba en la cola de un museo, en donde un padre y una hija estaban situados justo delante de mí. Estábamos a la espera de vivir una experiencia con gafas de realidad virtual. La niña parecía asustada, y el padre, con toda la buena intención del mundo, estaba intentado ayudarla.

- “No es nada, acuérdate que Amanda lo hizo, y le encantó!”

- “Amanda tuvo mucho miedo y no le gustó” — Constestó la niña.

En su intento por subir su autoestima, el padre contestó:

– “¡Ah, pero Amanda siempre ha sido una cobarde! ¡Es muy miedosa, ya lo sabes! A ella le da miedo todo. Tú no, tú eres una niña valiente, no eres como ella.”

Estoy segura de que en otro tiempo, esta conversación no me hubiera parecido nada extraña y de hecho me hubiera incluso parecido adorable el intento del padre por ayudar a superar su miedo. Pero sin embargo, al escucharlo ese día, lo interpreté de manera muy diferente. Mirándolo desde el punto de vista de esta niña, ¿qué estaba registrando su cerebro?

Si siento miedo, soy una cobarde, y es algo negativo. Debo bloquear esa emoción, no debo sentir esta emoción, no está bien.

¿Cuál sería la mejor manera de abordar esta situación?

Demostrarle que está bien tener miedo a algo nuevo y desconocido, es una protección de nuestro cuerpo ante el peligro, pero no quiere decir que efectivamente todas las cosas que nos hacen sentir miedo, sean peligrosas. Simplemente nuestro cerebro siempre nos va a hacer quedarnos en nuestra zona de confort, porque es una zona segura, y eso nos frena a evolucionar y a progresar. Sentir miedo no está mal, pero no debemos dejar que nos paralice.

Sé que es algo difícil poner esto en práctica, y a veces son detalles que nos cuesta tener en cuenta precisamente por la forma en la que aprendimos a criar por parte de nuestros padres, y estos a su vez por parte de nuestro abuelos. Las palabras tienen mucho peso, más de lo que pensamos sobre el desarrollo de los niños.

La ignorancia emocional con la que nos criaron nuestros progenitores y adultos con los que nos relacionábamos de pequeños, tiene relación directa con muchas de nuestras heridas de la infancia. Es cierto que no tiene sentido culparlos, o sentir rencor hacia ellos, ese rencor es algo que solo te afectará a ti, pero en ciertos casos, como en casos de padres narcisistas, es necesario mantener distancia, porque sí, aunque sean familiares, existen las personas tóxicas. Y no debemos guardar lealtad incondicional solo por este motivo. Está demostrado que relacionarse con personas tóxicas, ya sean familiares, amigos, jefes… tienen un impacto tanto físico como psicológico. Cuando entiendes lo que te sucede, es mucho más fácil enfrentarse a ello, y para eso a veces es necesario distanciarse. Marian Rojas, en su libro “Cómo hacer que te pasen cosas buenas” nos explica claramente el impacto que genera en nuestro cuerpo el contacto constante con personas tóxicas, como por ejemplo los altos niveles de cortisol y las repercusiones negativas que esto tiene en nuestro cuerpo.

Aprende A Conocer Y Gestionar A Las Personas Tóxicas Marian Rojas Estapé — YouTube

Lo primordial ante todo es sanar. Sanar esos patrones, esas heridas y progresar. Por ti, y por las futuras generaciones que quieras traer al mundo. Saber guardar distancia de familiares tóxicos es uno de los mayores actos de amor propio que puedas hacer por ti, y no sentirte culpable por ello.

Nadie es perfecto, y continuaremos creciendo y aprendiendo a lo largo de nuestra vida. Pero piensa una cosa; tiene mucho más valor para tu hijo y para su futuro, que dediques tiempo en sanar, trabajar en ti, para que le proveas con una educación sana, basada en el amor, el respeto, la validación, el amor propio y puedas poner los límites necesarios, que comprarle cada año por navidad más juguetes que el año anterior.

Somos responsables de lo que somos y también de lo que dejamos en este mundo.

Construyamos un mundo mejor.

Si usas estas 13 frases todos los días, tienes una inteligencia emocional más alta “que la mayoría de las personas” — Metro World News

--

--

Jenny.O

Aficionada, creativa, racional, imaginativa, coherente, desquiciada, divertida, reservada pero social, curiosa, pensadora, espiritual, insistente, sensible…