¿Vives bien?

Jenny.O
7 min readOct 2, 2021

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Habré escuchado tantas veces en esta nueva era del optimismo desmesurado, la frase de “solo tenemos una vida, pero si sabes vivirla, una vida es suficiente”... Pero, yo me pregunto; ¿Cómo saber vivir mi vida? ¿Cómo puedo valorar que estoy viviendo bien mi vida?

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Cuando me hago estas preguntas, y entro en mi estado de reflexión, me doy cuenta de que entran en juego algunos invasores; el miedo, la inseguridad, el inconformismo, la dependencia… Estos son los que probablemente no nos permiten llevar la vida que queremos.

Si es cierto que cada emoción es una protección innata de nuestro cuerpo. El miedo nos sirve como protección, pero al convertir ese miedo en pensamiento, y consecutivamente en ansiedad, esto hace que nuestros pensamientos nos dominen y nos limiten en nuestro día a día.

El mundo ha evolucionado, aunque a veces no lo parezca. Donde antes era prioritario crear una familia pronto, trabajar, aunque esto implicara dejar los estudios a corta edad, y asegurarse un futuro, a día de hoy estas prioridades han cambiado. Donde antiguamente, nuestra vida se basaba en hacer A, B y C, ahora nos comunicamos con un abecedario mucho más amplio. ¿A qué me refiero? Hablo del cambio de nuestro foco.

No hace tanto tiempo, cuando yo era una niña, las personas no tenían en cuenta sus sentimientos, sus sensaciones, no escuchaban a su cuerpo. El concepto de “depresión”, “ansiedad” o “trauma” no existían, o al menos, hacían como si no existiera, por supuesto siempre hablando de forma genérica. Estas palabras se relacionaban directamente a personas débiles o situaciones extremadamente duras.

¿El umbral del dolor ha cambiado, han sido nuestros problemas o nosotros mismos?

Por experiencia propia, los traumas y los problemas siempre han estado ahí, creando patrones de conducta inconscientes que ha afectado directamente a generaciones continuas. Tanto en la educación, como en la comunicación, como en la frecuencia que les rodea. Solo que, vivíamos en la era insconsciente. A día de hoy, somos mucho más conscientes de lo que nuestro estado de salud mental puede afectar en nuestra vida y en la vida de quienes nos rodean. Y no, no me refiero a un problema de salud mental como una esquizofrenia, un transtorno bipolar o de la personalidad, me refiero a un registro en nuestro cerebro de situaciones traumáticas o situaciones que nuestro cerebro registra que nos condiciona en nuestra actitud o nuestras decisiones futuras.

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Pondré un ejemplo. Mi padre tuvo una infancia tremendamente dura. Desde pequeño le tocó vivir situaciones realmente traumáticas y tuvo que, practicamente, salir adelante solo y sacar a su hermano mayor a flote, aunque este no tuviera un final tan afortunado como el de mi padre. Su umbral del dolor es realmente elevado, pero el pasar por todo esto le hizo registrar un rechazo por todo lo que fuera sensible, doloroso, ya que esto significaba para él, ser débil. Tuvo que, en muchas ocasiones reprimir sus sentimientos para conseguir salir a flote y creó una armadura que le hizo ser completamente inflexible a lo que él identificase como “débil”. El más fuerte es el que sobrevive. Sin embargo, mi padre tiene una sensibilidad tremenda, que por supuesto intenta esconder y reprimir. En lo relacionado a su vida, nunca lo muestra, sin embargo, cuando ve las noticias, aparecen injusticias, le afectan enormemente, y deja salir su trauma, le afecta sobremanera a pesar de que no conoce a esa gente e incluso esto le provoca llorar. Entre otras cosas, podemos observar claramente una herida de abandono, falta de amor en la infancia, entre otros.

Yo fui una niña muy creativa y con mucha energía. Siempre decía lo que pensaba y me encantaba explorar. También era muy sensible y con necesidad de comunicación. Sin embargo, en este aspecto, nunca me sentí apoyada. Mi padre nunca tuvo comunicación con su familia, se criaron en un entorno hostil donde el que más gritaba era el que conseguía llevarse la medalla, y por eso, cuando los gritos no eran suficientes, se tiraban tijeras o cosas peores. Por lo tanto, mi padre nunca le dio importancia a la comunicación con sus hijos, al menos a la comunicación desde la empatía, poniéndose en nuestro lugar. Curiosamente, le encantaba hablar de la psicología que la calle le había enseñado y lo importante que era ser fuerte, sin embargo, devaloraba lo que nos afectaba a nosotros. Cualquier cosa que me afectara a mí estaba por debajo de su umbral del dolor, por lo que no tenía importancia y me hacía sentir mal por sentirlo, y por supuesto incomprendida. Mi cerebro registró esto, entre otras cosas, como “abandono”. El cerebro puede registrar un abandono sin ser literalmente un abandono. Yo no me sentía comprendida, me sentía desamparada y sin atención. Yo no era como ellos, yo no había nacido en la misma era que ellos, no llevaba el mismo estilo de vida que ellos y la sociedad y por tanto, el tipo de problemas no eran los mismos. Sin embargo ellos educaban desde lo que conocían.

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Esta actitud, entre otros traumas que mi padre o mi madre reflejaron en mí, hicieron que yo repitiera un patrón de conducta en mi cerebro; herida de abandono, baja autoestima, dependencia emocional… Por suerte, y como mencionaba antes, vivimos en una era mucho más consciente. Nuestro foco ha cambiado, y nos hemos ido dando cuenta, al menos una parte de esta sociedad, de la importancia de trabajar en notrosos mismos, no solo como beneficio propio, sino por beneficio de los que nos rodean y de nuestros hijos, si los decidimos tener. Tenemos mucha más facilidad para encontrar información útil que nos sirva para entender lo que nos ocurre y cómo mejorar, tanto en libros, como en charlas, como en videos online o terapias personalizadas. Solo es necesario una cosa, la voluntad de querer cambiar y mejorar. Y eso solo puedes decirdirlo tú.

Es cierto que la sociedad ha cambiado, que estamos dando más importancia a lo que sentimos, a lo que nos hace bien, a lo que nos hace felices, pero aun existen muchos prejuicios hacia las personas que necesitan apoyo psicológico, aun no se le da la importancia necesaria a las personas con depresión y en muchos casos se tacha a estas personas de débiles y no vuelven a tener la misma percepción de la sociedad tras publicar este episodio en su vida, llegando a agrabar aun más la situación.

Por mi parte pienso que esta percepción es totalmente errónea y de hecho debería ser totalmente contraria. Toda persona que llega a un nivel de consciencia en donde reconoce abiertamente que el cambio debe venir desde el interior y no desde el exterior, sin culpar a otros por seguir un patrón de conducta que les hace elegir personas equivocadas, caminos equivocados, no poner límites, no atender a sus necesidades, gastando energía innecesaria, anteponiendo a otros antes que a ellos mismos, y un sin fín de etceteras, es una lucha enorme, y por lo tanto muestra una valentía que se debería destacar y premiar.

Abogemos por un mundo donde se normalice la educación emocional, en donde no solo sea importante aprender sobre la raíz cuadrada, sino también a entendernos a nosotros mismos, a crecer y vivir más conectados.

https://institutosivana.org/6-habitos-para-cultivar-el-amor-propio/

El camino del autoconocimiento no es nada bonito, no es lineal, no es ese camino que muchos coaches y libros romantizan, es duro, es oscuro, es adentrarse en nuestras sombras y aceptarlas, entenderlas, y no juzgarte por ello. Es aprender a amarse a uno mismo con todo ello y eso te hará no aceptar menos de lo que mereces. Cuando te descubres a ti mismo, también descubres tu valor. El diamante necesita de mucho trabajo para llegar a ser lo que es. Es una metáfora muy común, pero describe perfectamente este proceso. Eso significa que hay que dejar atrás muchas cosas, muchas personas, muchas situaciones. Eso significa que habrán muchos momentos de soledad, una montaña rusa de sentimientos, no siempre vas a sentirte comprendido, por el exterior e incluso por ti mismo. Pero simplemente te sientes más completo y en sintonía. Y si cambias tú, todo tu mundo alrededor lo hará.

Me reconforta cuando veo series o películas donde reflejan este tipo de situaciones con normalidad, cuando veo a famosos, siendo conscientes del poder que tienen por fama, hablar con total normalidad de sus experiencias con terapeutas, hablando de lo necesario y lo vital que es, tanto o más que visitar a un médico por un dolor de garganta. Estas pequeñas cosas crean un cambio. Por ello dejo mi testimonio, aportando mi granito de arena.

¿Tú qué harás para vivir bien tu vida?

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Jenny.O
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Written by Jenny.O

Aficionada, creativa, racional, imaginativa, coherente, desquiciada, divertida, reservada pero social, curiosa, pensadora, espiritual, insistente, sensible…

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